Parasha Bamidbar (en el desierto)

Parasha Bamidbar (en el desierto)

“Hagan el censo de toda la asamblea de Israel según sus familias, según sus casas paternas” (Bamidbar 1:2)


En esta parashá nos enseña respecto al censo que se llevó a cabo sobre los Hijos de Israel para saber cuántos eran. Siendo que toda la Toráh tiene el objetivo de enseñarnos cómo debemos comportarnos. 


¿Qué viene a enseñarnos el censo de los israelitas?
¿Por qué se cuenta a cada tribu por separado y no a todas las tribus juntas? Asimismo, después de haber censado a todas las tribus y decir cuántos eran, se cuenta por separado a los miembros de la tribu de Levi.

 

El Creador ordenó: “Pero no harás el cómputo de la tribu de Levi ni los censarás en medio de los
Hijos de Israel” (Bamidbar 1:49)

¿Qué los distinguía para que fueran censados por separado? Además, la cantidad de levitas debía ser paralela al número de los primogénitos de Israel.

El gran comentarista Rashi explica esto diciendo que los primogénitos deberían haber sido los encargados del servicio en el Bet Hamikdash, pero debido a que pecaron con el Becerro de Oro su puesto fue ocupado por los levitas. Sin embargo, como había más primogénitos que levitas (había  doscientos setenta y tres primogénitos más que la cantidad de levitas), Hashem ordenó redimirlos con cinco shekalim cada uno, como está escrito:
“Tomarás cinco shekalim por cabeza… Le darás el dinero a Aharón y a sus hijos por redenciones de
los excedentes de ellos” (Bamidbar 3:47-48).

Hashem es Todopoderoso y podría haber hecho nacer otros doscientos setenta y tres levitas para que hubiera una cantidad paralela a los primogénitos. ¿Por
qué era necesario que hubiera más primogénitos que levitas?
Para responder a esta pregunta recordaremos que el objetivo del censo era demostrar cuánto el Creador amaba a Israel; para que entendiéramos que para Hashem cada judío es un tesoro valioso, un hijo amado, como dice el versículo:

Mi hijo primogénito es Israel” (Shemot 4:22).

Y también está escrito:
“Ustedes son hijos del Eterno su Di'os”.

Debido a que el Creador nos ama, nos observa y nos cuenta una y
otra vez, tal como explica Rashi: “Debido a que los amaba los contó una y otra vez: al salir de Egipto,
cuando pecaron con el Becerro de Oro, antes de posar sobre ellos Su Presencia. Por eso el censo se llevaba a cabo por tribus, para recordarnos que cada una de ellas era única e importante”.


La enseñanza de esta Parashá es la siguiente: Tal como el Creador Bendito ama a Sus hijos y en consecuencia los cuenta, así también cada uno de nosotros debemos amar a nuestros semejantes.

Como dice la Toráh: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Debemos preocuparnos por todas las necesidades de nuestros semejantes, y ser sumamente cuidadosos de no dañar su honor.
Así como Hashem ama a Sus hijos, también cada uno debe amar y valorar a su prójimo. ¿Cómo se
llega a este nivel?

La respuesta es Bamidbar (en el desierto), cuando uno se convierte a sí mismo en un desierto que todos pisan (es decir, con humildad), de esta forma se refuerza la capacidad de honrar y valorar a los demás. Tal como aquél que desea tener el mérito de adquirir la Toráh debe convertirse a sí mismo en un desierto, como dijeron nuestros Sabios (Eruvín 54a): "Si se convierte a sí mismo en un desierto, recibirá como regalo la
Toráh" 

Lo mismo ocurre para adquirir este nivel de relación con el prójimo: 

Es necesario volverse un desierto y comportarse con humildad.

Lamentablemente la persona orgullosa piensa que todo se lo merece y piensa que todo fue creado en su honor y en consecuencia no está dispuesto a ceder ni darle nada a su semejante, se enoja por cualquier detalle o situación que no le parece y se olvidá del gran precepto de "Hacarat ha tob" (reconocer el bien que le hace su prójimo o le hizo en algún momento). Como el ser "mal agradecido", quien no reconoce el bien que le hace o hizo su prójimo, entonces es mentira que reconoce los favores del Creador, o bien, tarde que temprano los terminará por desconocer también. 

Pero cuando la persona se siente como un desierto y se comporta con humildad, está abierto a pensar en el prójimo, honrarlo y valorarlo.

 

Dedicado a la sanidad de todos los enfermos de Am Israel y del mundo entero, y para la protección de todos los necesitados. 

 

 

El Jardín de Breslev te recomienda: