Rabi Meir Baal Hanes

Rabi Meir Baal Hanes

Hoy catorce del mes Iyar "Pesaj Sheni" es también la Hilula del Tana HaKadosh "Rabi Meir Baal Hanes" 

Tantas veces hemos escuchado y leído sobre "Rabi Meir", en muchas ocasiones también damos tzedaka en su nombre y leemos plegarias mencionando, que sean escuchadas por el merito de él, ¿pero quien fue realmente rabi Meir Baal Hanes?


Rabí Meir fue el más grande de los tanaítas de la cuarta generación, el más importante de los alumnos de Rabí Akiva. Rabí Meir tuvo un papel importante en la recopilación de la Mishná .
El rabino Meir Baal HaNess (rabino Meir, Maestro de los milagros) fue uno de los grandes sabios judíos durante la época del Segundo Templo, era célebre por su excepcional memoria. Escribió libros y explicaciones de las Sagradas Escrituras y trabajó para recuperar el liderazgo judío en Galilea tras la revuelta de Bar Kokehva. Se destacó también en la Hagadá. Era un gran orador y querido por todas las capas sociales. Su discurso lo dividía en tres partes: Halajá (ley), Hagadá (leyenda) y fábulas, dijeron los sabios.


Al morir Rabí Meir desaparecieron los fabulistas (fin de Sota). Rabí Meir era un escriba. Escribía “rollos de Torá y “megilot”, se destacó en su trabajo, especializándose en la caligrafía, para lo cual él mismo preparaba la tinta.
Conocía las sagradas escrituras de memoria y, una vez, a falta de texto, escribió el rollo de Esther de memoria (Meguilá 18:2). Según una opinión, su nombre era Rabí Nehoray y su sobrenombre era Meir porque alumbraba (Meir) los ojos de los sabios con sus explicaciones.

Su mujer se llamaba Beruriá, la hija del Tana Rabí Janina ben Teradión, que era famosa por sus conocimientos de Torá, su sabiduría y buenas acciones. Tuvo dos hijos que murieron a temprana edad, como nos relatan nuestros sabios. Rabí Meir estaba en la casa de estudios un día sábado, a la hora de la oración de la tarde. Fue entonces cuando murieron sus dos hijos. Beruriá, su madre, los acostó en la cama y los tapó con una cobija. Al terminar el sábado, Rabí Meir regresó del Bet Hamidrash (casa de estudios) y preguntó a su mujer: “¿Dónde están los dos niños?” Ella contestó: “Fueron al Bet Hamidrash”. Él replicó: “Los estuve esperando en el Bet Hamidrash, pero no los he visto”. Ella le ofreció comida a su esposo. Rabí Meir volvió a preguntar: “¿Dónde están los dos niños?”, y ella contestó: “A veces van a tal lugar, pero pronto regresarán”. Beruriá ofreció comida a su esposo. Cuando había dicho la bendición de después de la comida, ella le dijo: “Rabí, tengo que hacerte una pregunta”. -Habla -Rabí, hace mucho tiempo vino un hombre y me confió un depósito. Ahora ha vuelto. ¿Tenemos que devolverle su depósito o no? -Hija mía, el que recibe un depósito está obligado a devolvérselo a su dueño. -Yo no lo hubiera devuelto, sin habértelo dicho antes. Entonces tomó a su esposo por la mano, lo hizo subir a la recámara, se acercó a la cama, y quitó la cobija que estaba extendida sobre sus dos hijos. Al verlos, Rabí Meir comenzó a llorar y a lamentarse. Beruriá le dijo: “Dios nos los había confiado por cierto tiempo; ahora su dueño los ha vuelto a pedir, ¡qué su nombre sea bendecido!”. En esta forma, su mujer consoló a Rabí Meir (Midrash Mishle 28).

Todas las cualidades que enumeró Rabí Meir en la persona que se ocupara de la Torá por la Torá misma se cristalizaron en él. Era amigo, amado, amó al Omnipresente y amó a las criaturas. Como amaba a las personas no escatimaba esfuerzos para hacer las paces entre el hombre y su prójimo. (Gitin 52:1). Amaba tanto a judíos como gentiles, malos y buenos, porque el santo bendito ama a todas las criaturas. En muchas alcancías de Tzedaká (caridad) encontramos escrita la frase “por zejut” mérito de Rabí Baal Hanes (El Hacedor de Milagros).


Hace quinientos años comenzaron mucho de nuestros hermanos judíos a volver a Eretz Israel, lo cual al principio era un despertar religioso de hombres y mujeres que querían observar en completo la Torá y sus preceptos, y hacer realidad lo que leemos en la Hagada de Pesaj, Leshama Habaa b'Ierushalaim (el año que viene en Ierushalaim). Eretz Israel estaba entonces desierta y desolada, pantanos y enfermedades cubrían muchas de sus regiones, era difícil encontrar el sustento y muchos sufrían de hambre. Los grandes Rabinos – líderes de esta generación Rabí Iosef Caro (El autor del Shuljan Aruj) y Rabí Moshé Alshij – se dieron cuenta de la grave situación que reinaba en el país, por lo cual decidieron abrir una campaña especial dirigiéndose a los judíos de la golá para que, con su aporte monetario, ayudarán a sus hermanos en la tierra de Israel. (Responsas, Yehuda Lael Adas 1era parte Iore Dea, 315) La campaña fue abierta por el “Zejut” (mérito) de Meir Baal Hanes. Era llamado “Baal Hanes” (“El Maestro de los milagros”) por la siguiente historia: Él estaba casado con Bruria, hija de Rabí Janania ben Teradión, uno de los diez mártires. El gobernador había ordenado la pena de muerte a Rabí Janina y su esposa por enseñar Torá en público. Decretaron que su hija, la hermana de Bruria viviera una vida de sufrimiento. Bruria le pidió a su marido que salvara a su hermana. Rabí Meir tomó una bolsa con monedas de oro y fue a donde su cuñada se encontraba, vestido como un jinete romano. Ofreció al guardia romano que custodiaba el lugar, el dinero como soborno. El guardia respondió “Cuando venga mi supervisor y vea que falta alguien me va a matar” Rabí Meir respondió “Toma la mitad de la plata para ti, y usa la otra mitad para sobornar a los otros oficiales”. Y el guardia continuó: “Y cuando se acabe el dinero, y los supervisores vengan, ¿Qué haré?”: Rabí Meir respondió, “Dí, “Di-s de Meir respóndeme” y serás salvado”. El guardia siguió preguntando “¿Y cómo me puedes garantizar que esto me va a salvar?” Rabí Meir replicó, “Mira, aquí hay perros que atacan y matan a los hombres. Voy a ir hacia ellos, y verás por ti mismo”. Rabí Meir fue hacia allí y todos los perros comenzaron a acercarse para morderle, y gritó: “Di-s de Meir, respóndeme” y los perros se fueron para atrás. El guardia se convenció y le entregó a la chica. Cuando llegó el grupo de supervisores, él los sobornó con la plata que Rabí Meir le había dado. Eventualmente, se conoció el delito del guardia. Lo arrestaron y sentenciaron a morir en la horca. Cuando estaba atado con la cuerda alrededor de su cuello, dijo “Di-s de Meir, respóndeme”. La cuerda se rasgó, para sorpresa de todos. El guardia relató el incidente, y todos fueron a visitar a Rabí Meir. El guardia fue perdonado. Desde ese entonces, se mantuvo la tradición de que cuando un judío se encuentra en cualquier tipo de crisis, da caridad para el beneficio de estudiantes de Torá en Israel, y dedica la caridad en memoria de Rabí Meir Baal Hanes. Luego dice: “Di-s de Rabi Meir, respóndeme” y en ese mérito, si Di-s quiere, saldrá de su crisis.
Esta plegaria también es conocida como una ayuda para encontrar objetos perdidos. Rabí Meir proclamó que él personalmente va a interceder en el Cielo en nombre de cualquiera que dé caridad a los pobres de la tierra de Israel en su mérito. Según distintas fuentes, hacia el final de su vida tuvo que emigrar a Babilonia, donde falleció. Sin embargo, para otros su sepultura se encuentra en las costas del Mar de Galilea, al sur de Tiberias. La creencia popular le asocia con milagros que tienen su origen en las historias que se cuentan sobre él, incluida una que relata cómo escapó de los soldados romanos, que quedaron ciegos mientras le perseguían.

Que por su merito Di-os escuche nuestras plegarias, nos bendiga, cuide y proteja!


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