Parasha Kitavo, "Hazlo con alegría"

Parasha Kitavo, "Hazlo con alegría"

“Y será que, cuando vengas a la Tierra […], tomarás de los primeros frutos de todo producto de la tierra que colectes de tu tierra, la que Hashem, tu Dios, te da, y [los] pondrás en el cesto” (Devarim-Deut 26:1-2). 
Estos versículos nos ilustran la mitzvá de bicurim (‘primicias’), a través de la cual se le ordena a la persona tomar de los primeros frutos que surjan en su árbol y los lleve a Jerusalem, al Bet Hamikdash (Gran Templo), y ahí, debe dárselos al Cohén. 
Sobre esta Mitzvá (Precepto), podemos decir, primero, que nuestros Sabios, de bendita memoria, establecieron como una regla que toda expresión “vehayá” (‘y será’) es una expresión de alegría; siendo así, ¿cuál es la alegría aquí en la mitzvá de traer las primicias? Y, además, cabe preguntar:
¿por qué la Toráh requirió que el hombre se moleste en subir su única fruta precisamente hasta Jerusalem y no bastó con que diera una gran suma de dinero como tzedaká para los Talmidé Jajamim (Estudiosos de la Toráh)?  
También podríamos preguntar qué diferencia tiene la mitzvá de bicurim de la mitzvá de maaser shení (‘segundo diezmo’), pues respecto del maaser shení dice la Toráh (Devarim 14:24-25): “Si el lugar estuviera lejos de ti […] anudarás el dinero en tu mano”; es decir, a pesar de que, en primera instancia, se deberían llevar los frutos mismos del segundo diezmo a Jerusalem y consumirlos ahí con santidad, si el judío vive en un lugar alejado y no puede llevar los frutos mismos, puede redimirlos por una suma de dinero, y ese dinero llevarlo a Jerusalem. Siendo así, ¿por qué la Torá no dio esa misma posibilidad también en los frutos de las primicias para quien vive alejado?
Particularmente, en el caso de aquel a quien el Creador Bendito ameritó con vastos huertos y muchos árboles, y, por lo tanto, tiene muchos frutos de primicias por los que tendrá que rentar muchas carretas sobre las cuales cargará los cientos de frutas de primicia y llevarlas a Jerusalem.
Para esta persona hubiera sido mucho más fácil si hubiera
podido redimir las frutas por dinero (tal como sucede con el maaser shení) y llevar ese dinero a Jerusalem. 
Podemos explicar, con la ayuda del Cielo, que en la mitzvá de bicurim hay una particularidad por encima de las demás mitzvot. Todas las mitzvot son grandes acciones que la persona debe llevar a cabo; no obstante, la mitzvá de bicurim es pequeña y fácil, a través de la cual la persona toma una fruta pequeña y la lleva al Bet HaMikdash. La acción requerida para realizar la mitzvá de bicurim es pequeña y carente de mucho pensamiento, por lo que la persona que la realiza se sorprende de sobremanera al elogiar sobre ésta: por un simple fruto tiene que “rodar” por los caminos hasta llegar a Jerusalem.  
¡Pero es todo lo contrario! Precisamente por ser una Mitzvá tan pequeña, cuando la cumple entiende el gran valor de una simple y pequeña mitzvá con la cual podrá crecer y llegar a ser un gran justo en el cumplimiento de la Toráh y las mitzvot. 
¿Y por qué en el texto que dice “al traer los bicurim” se menciona la anécdota con Yaakov y Laván Cuando Yaakov Avinu escapó de su hermano Esav y se dirigió a Aram Naharaim, elevó una plegaria emotiva a Hashem.
En su plegaria, él no pidió grandes cosas; más bien, dijo: “Si Dios estuviera conmigo y me cuidara en este camino por el que voy […], y volviere en paz a la casa de mi padre, etc.” (Bereshit
28:20-21).
Rashi explica que la intención de Yaakov Avinu al decir “y volviere en paz” es que volviera completo, libre de pecado, que no aprendiera de los caminos de Laván”, porque Yaakov entendió que, a pesar de que él era un gran Tzadik en la casa de su padre Yitzjak, en el entorno de Laván Haaramí, el malvado, habría que tener un gran temor de ser influenciado por sus bajas conductas, no sea que aprendiera de sus malos hábitos y cayera tan bajo que ya no quedaría nada del Tzadik dentro de él. Por lo tanto, rezó que, por lo menos, no cayera en su red, y pudiera permanecer Tzadik.
Podríamos comparar esta plegaria con la de uno que solicita estar debajo del agua y aun así poder respirar, o entrar a lo más profundo de la jungla, pasando entre las bestias salvajes, y permanecer intacto. ¡Es imposible! Aun así, Yaakov suplicó en su plegaria tener éxito en convivir con Laván y permanecer Tzadik. Al final, no solo permaneció Tzadik, sino que tuvo el mérito de desarrollarse ahí y crecer: estableció una familia esplendorosa, las doce tribus, “las tribus de Hashem, el testimonio de Israel”. Todo esto nos enseña que precisamente de una plegaria pequeña, Yaakov Avinu tuvo el mérito de desarrollarse y crecer. Éste es el motivo por el que se menciona el tema de Laván Haaramí en la sección de los bicurim: “El arameo quiso hacer perder a mi padre, etc.”, con el fin de recordar que precisamente de la mitzvá pequeña y simple de llevar las primicias es posible tener el mérito de un crecimiento sin fin, así como rezó Yaakov Avinu en aquella plegaria pequeña, con la que tuvo el mérito de lograr un gran éxito. 
Según lo dicho, podremos entender que precisamente en la mitzvá de bicurim ordenó el Creador Bendito tomar un fruto pequeño, y no el dinero de su redención, y llevarlo a Jerusalem como ocurre con el maaser shení, pues precisamente con esto Hashem se alegrará y estará contento con el que cumple dicha mitzvá. Por eso está escrito con el término “vayehí”, que es una  
expresión de alegría, pues cuando la persona está contenta con las mitzvot pequeñas que Hashem le impone cumplir, y viene a Hashem y Le agradece por todo el bien que le hace, esta persona podrá crecer en el servicio a Hashem y florecer mucho en el aspecto espiritual, pues con las mitzvot pequeñas que la persona cumple, revela su intención de que no tiene  “el poder y la fuerza de mi mano”, y que ama a Hashem y lo hace solo en Su Nombre, Bendito.
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