El mejor regalo para el Creador, lo tienes tu.

El mejor regalo para el Creador, lo tienes tu.

"Tomad con vosotros palabras, y volveos al Eterno. Decidle: Quita toda iniquidad, y aceptanos bondadosamente, para que podamos presentar el fruto de nuestros labios." (Hoshea 14:3)

En la época del Beit Hamikdash (El Gran Templo), había toda clase de sacrificios que le permitían a los fieles acercarse al Creador, o corregir sus faltas: traían toros, terneros, carneros, tórtolas, etc... Pero aquél que no tenía medios para hacer tal ofrenda (el pobre) a éste, la Toráh le dice: 


"Cuando un alma trae un Corbán Minjá, ofrecerá harina" (Levítico 2:1)

Su humilde ofrenda, nada más que un poco de harina, no obstante lleva el nombre de un korbán enteramente, y que además es el único donde se menciona la expresión: "una alma"

Esto nos indica lo siguiente según el Sabio Rashi:
"El Eterno considera ésta ofrenda, como un sacrificio de sí mismo, un sacrificio del alma"
Pero en qué consiste la hazaña de éste pobre, para que la Toráh le diese un nivel tan noble?

Su ofrenda es mínima, pero es proporcional a sus recursos, y relativamente, no es más cara que el toro de un rico. ¿En qué reside su valor para que la altura mencione "un alma", expresión que no figura en ningún otro sacrificio?
¡La grandeza de éste pobre, la hazaña que ha cumplido, llevando su harina "Es humildad"

En la "Casa del Esplendor", (Beit Ha Mikdash o Gran Templo) donde resuenan las melodías de los levitas, donde se precipita una multitud afanosa, allí donde brilla el oro y la plata, allí donde abunda el ganado, y ahí donde se levantan las fragancias sublimes, y aquí, que el pobre va avanzando con su pequeña cantidad de harina, si fuese orgulloso, se habría quedado en su casa al no tener los medios suficientes para cumplir un korbán honorable, hubiese tenido vergüenza, y se hubiese escondido.

Pero dominando su orgullo, el pobre se decide, a pesar de todo, y acercarse a Hashem a su manera, y de acuerdo con sus medios, afronta las miradas y hace callar su corazón, para inmolar ante el Eterno, el fruto de su profundo impulso ¡ha ofrecido "su alma" de verdad!

Ésta lección se aplica a todas las épocas: cuando alguien se sienta desprovisto de valores espirituales, pobre en buenas acciones y en sabiduría, tendrá que reconocer su falta, (es el punto de partida) sin que ésta toma de conciencia le aplaste, le impida buscar un medio de progresar, un medio a su alcance. Ya que si su pobreza le aplastase, y sintiese una extrema vergüenza, se hundiría en su resignación y se empobrecería aún más.

Pero al contrario, éste pobre, deberá contar con la infinita bondad del Creador, con el amor inmenso que nos testimonia que ofrece a cada uno Esperanza!, cualquiera que sea su miseria o su degradación.
¡Cómo prueba el Korbán Minjá, el Korbán del pobre, que la Toráh eleva al más alto grado de los honores!

La bondad del Creador no tiene límites, transforma las más desesperadas situaciones, y quiere nuestras más humildes iniciativas, siempre que desterremos todo orgullo mal situado, que ofrezcamos por lo menos lo poco que poseemos, así cuando un hombre extraviado, decide elevarse, corregirse, Si no llega a hacerlo como lo hacían los arrepentidos de antaño, (no teniendo fuerzas de ayunar etc..) ¡Qué no renuncie a hacer lo poco que le sea posible! ya que el menor paso, la mínima iniciativa, es infinitamente preciosa a los ojos del Creador!

Es el sacrificio del pobre, es el que el Creador ama y al que llama:
"Un Perfume sublime"



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